Los pequeños fueron abusados en un merendero de la ciudad de Tandil

EL CASO CREA RISPIDECES DENTRO DEL GOBIERNO

Desamparo nao tem fim

Más solos que nunca se sienten los padres que denunciaron que sus pequeños fueron abusados en un

 merendero de la ciudad de Tandil. Ni el Municipio se acercó rápidamente a darles asistencia psicológica

 ni la Justicia los habría tratado considerando la situación por la que atraviesan.

La revelación de los pequeños los hundió en el barro.  Más, todavía.  Porque venían en la mala, sobrellevando la necesidad de pedir asistencia social, mandando a sus hijos al merendero del barrio a cubrir parte de la cuota alimentaria del día, con trabajo temporario, en un invierno inclemente.  Y en este contexto de malaria, los pequeños dieron cuenta de los abusos que hoy la Justicia investiga.

Y tras la primera revelación, las otras.  Así fue tomando cuerpo el asunto, a medida que los pibes se animaban y contaban.  Como suele suceder.  Como sucede más de lo que muchos imaginan, en esta ciudad altiva que se mira desde el Parque, desde la montura del Brigadier. Y desde esa altura, se pierde el detalle.  Las miles de historias que mejor no escuchar porque la hipocresía es recia, pero no tanto.

Las madres de los pequeños piden ayuda a gritos.  Ayuda psicológica, ayuda legal.  Una demostración de que todo no quedará en la nada.  El Municipio no les brindó aún la primera asistencia, a dos semanas de conocido el hecho.  Salud Mental les dio la primera entrevista con un profesional para estos días.  La Justicia tomó declaraciones y-según los padres- habrían intentado calmarlos argumentando que no son los “únicos” ya que hay muchos casos de este tipo.

Las instituciones crujen.  Y todo lo que, en teoría, debería servir, de repente, no sirve. Los cargos son apenas sueldos y las reparticiones oficiales, edificios vacíos.  Las dependencia de Niñez, la Defensoría de menores, la Dirección de Atención a la Víctima, Salud Mental, Desarrollo Social, dejan de tener sentido cuando ante la demanda urgente no hay respuestas inmediatas.  La Justicia y la Policía no escapan a esta norma, aunque los padres, en este caso, rescatan el accionar del comisario.  Entre el protocolo y la norma se filtra el caso puntual, individual y doloroso que les da razón de estar.

 “No nos ayudan en nada, estamos solos, no tenemos ayuda de nadie”, dijo ayer uno de los padres tras su paso por Fiscalía. Ni el Intendente, ni nadie fueron capaces de decir ‘esta gente necesita un abogado para que los asesore’”, declaró a El Eco de Tandil.

“Nos dijeron que ‘como estos casos hay un montón, hay muchos casos similares que no se conocen’”, explicó una mamá.  “Tapan todo para decir que Tandil es tranquilo, que no pasa nada, pero no es así, hay más casos. No es normal lo que está pasando, se tapa todo por el ‘Tandil soñado’. ¿Lunghi no es pediatra?, ¿no tiene hijos o nietos? Eso nos da bronca, yo no le pido que venga a mi puerta a golpear, pero aunque sea que nos cite para hablar del caso, pero a él le importa más el foquito de una plaza. Ese ‘Tandil soñado’, es en realidad un infierno”, agregó la mujer al multimedios.

El caso del merendero, la falta de reacción municipal, sembró diferencias en el Gobierno local.  Hubo críticas internas por no haber estado a la altura de las circunstancias.  Sobrevoló la ausencia de un funcionario “territorial”, uno de esos que suelen dejar los escritorios rápidamente para intervenir en el conflicto, aunque cuando sepa que no va para recibir halagos.  La ausencia de un “concejal” del pueblo, como los supo tener el radicalismo, de los que asisten al lugar con cara de circunstancia, aunque sea, para acompañar.

Algunos funcionarios del radicalismo están engordando demasiado en sus puestos y otros asumirán ya engordados, prestos para el Tandil de alfombra roja y el discurso, pero reacios al barro que cada día se pone  más espeso en la ciudad.

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