"Los derechos de los niñ@s deben ser una cuestión de Estado."

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lunes, 21 de mayo de 2012

"Lo que se puede hacer en nombre de la Ley: Otro ejemplo"

El juez del avenimiento, acusado


 Por Eva Giberti  Fuente: Pagina 12.
Que el procurador general de la provincia de La Pampa acusará sin titubeos, con convicción y certezas propias del análisis de los hechos, es una suposición fundada.
Que la Cámara de Diputados –según informan los medios de comunicación– sostendrá una denuncia contra dos de los jueces que promovieron el avenimiento en la historia de Carla Figueroa constituye un modelo de responsabilidad legislativa.
Que los denunciados, refugiados en la legalidad de la jubilación y de la licencia, se sumerjan en estas pausas, que los aíslan del contacto con sus pares y otras gentes, sugiere un modo de estar en el mundo. Eligiendo ausentarse para cuidarse a sí mismos y anticipándose a cualquier roce incómodo. No se puede dudar de la capacidad de anticipación de estos jueces.
Cuando fue preciso analizar el expediente de un violador y la alternativa del “perdón” por parte de su víctima, dispuesta a casarse con él, la figura del avenimiento calzaba justo para “cuidar “a los dos. Un contrato matrimonial sacralizado, como si el violador y su víctima estuvieran en el mismo plano.
Esta realidad pudo concretarse porque contamos con la fuerte y sólida figura del consentimiento, que reclama la garantía de una aplicación ética por parte de los jueces.
La solución propuesta por los jueces se complicó con el homicidio de Carla y este avenimiento trascendió. De lo contrario hoy tendríamos un violador en libertad (otro más).
Los fiscales y los informes psicológicos habían advertido que el consentimiento de Carla para “perdonar” al violador y casarse con él debía ser libre y pleno. Para que el consentimiento sea válido es preciso que quien consiente disponga de capacidad de reflexión y lucidez como para evaluar los posibles resultados de su decisión. Y en este caso, tampoco estar expuesta a presiones interesadas en la libertad del preso.
No se trataba del mero “consentir” cuando la voluntad simplemente acepta llegar al fin que se propone, pero mediatizada por quien se lo sugiere. Porque en esa circunstancia se termina consintiendo en la mediación, o sea aceptando la propuesta de los jueces. Tal como sucedió.
El consentimiento que se solicitaba para Carla era “libre y pleno”, consciente en el bien y el mal, de allí su relación con la vida real, que precisa claridad por parte de la víctima según sean sus condiciones emocionales. Carla, una adolescente, había sido violada y sobrellevaba desde niña una historia vinculada con violencia familiar. Era un ser humano superlativamente vulnerable, cuyo consentimiento “libre y pleno” para casarse con un violador resultaba dudoso.
Entonces ese consentimiento exigía la presencia del consilium, “aquello que la razón aconseja”, pretensión que introdujo interminables discusiones en la Edad Media y que los fiscales pampeanos enarbolaron por estar a derecho y porque para ellos era evidente la situación de vulnerabilidad en la que Carla se encontraba.
El “consentimiento” interpretado ad libitum, o sea a gusto y placer, según el deseo de quien dirige los avatares de una causa, puede derivar en una imposición encubierta.
Cuando quien escribe se entrevera en causas judiciales sin disponer del expediente, arriesga equivocarse. Los medios nos cuentan los hechos y los asumimos. Pero no hay error en un procurador general que, decidido, acusará a un magistrado. Tampoco lo hay en una Cámara de Diputados que denuncia a dos jueces y en fiscales y psicólogos que escriben aquello que piensan y diagnostican ante una víctima en peligro. Caído el avenimiento del Código Penal, tardíamente, fenomenal descuido de los legisladores y penalistas ¿qué van a inventar para liberar a los violadores cuyas víctimas eran novias o mujeres cuya vulnerabilidad las torna capaces de retirar la denuncia inicial?
Cualquiera sea la derivación de esta historia, el ejemplo de lo que puede hacerse, tal como se asume en nombre de la ley, se rastrea hoy en el meridiano de La Pampa.

martes, 15 de mayo de 2012

Otra niña "supuestamente abusada sex" con Signos de ENFERMEDAD VENEREA.

Una madre denunció a su vecino lindero por el presunto abuso sexual de su hija de 9 años
13.05- El pasado 28 de marzo, Ana María Muñoz efectuó la denuncia ante sus firmes sospechas respecto de su vecino, apodado “el Abuelo”, un hombre de unos 72 años a quien acusa como el presunto abusador sexual de su hija de 9 años. Exige que el intendente Lunghi tome cartas en el asunto, porque dice no poder vivir más así, al lado de este hombre, conteniéndose las “ganas de matarlo”.
Desesperada, Ana María Muñoz, vecina del barrio La Movediza y madre de seis hijos, tocó las puertas de este Diario para compartir los detalles de una historia que suena tremenda y dolorosa. El pasado 28 de marzo efectuó una denuncia en la Unidad Funcional de Instrucción 16, contra su vecino, un hombre de unos 72 años, a quien en el barrio conocen como “el Abuelo”, por el presunto abuso sexual de su hija de 9 años.
Mientras el fiscal Marcos Eguzquiza interviene en la causa, la menor está con tratamiento psicológico y será sometida a una cámara Gesell en los próximos días, tras haber sido entrevistada por una psicóloga en Azul. 
Sin consuelo, su madre exige que el intendente Miguel Lunghi tome cartas en el asunto porque dice no poder convivir más con él viviendo al lado, conteniéndose las “ganas de matarlo”.
Sentada junto a una amiga y dos de sus seis hijos, Ana María Muñoz se dispuso a contar a este Diario una historia que la “trastornó”, luego de que la pequeña le manifestara –en marzo de este año- una molestia que sentía en sus genitales. Tras revisarla, consultó inmediatamente a dos médicos especialistas. Ambos constataron el abuso al observar que a la pequeña le habían salido condilomas que en gran porcentaje se producen por contagio sexual.
A partir de allí, la madre avaló la denuncia efectuada por uno de los médicos y comenzó a “hilar cabos”. Tras varios días de angustia y desesperación -en los que dice haber dudado hasta de su hijo mayor-, logró que la pequeña le confesara que había sido “el Abuelo” quien había abusado de ella, quien no sería la única víctima, ya que también habría hecho lo mismo con otra nena de 12 años que vive a algunas cuadras del lugar.
Tras conocer el testimonio de su hija, Muñoz contó que enfrentó a su vecino junto a su hijo mayor y hasta hubo pintadas con insultos en las paredes de la casa y pedradas a sus persianas. Pero el hombre, lo único que le habría dicho fue que la nena se habría contagiado al “secarse al sol en su casa y apoyarse en el suelo”.
Dispuesta a que se conozca el caso públicamente y que “se haga justicia”, Muñoz le exige ahora al Intendente que “se lleve” a su vecino del barrio del Plan Federal. Y advierte que está dispuesta a irse del barrio, si es necesario, porque no quiere que su hija corra peligro.
Historia de una
madre desesperada
Muñoz contó que vive hace más de diez años en La Movediza y que su vecino habría llegado cuando “Lunghi entregó las casas”, hace un año y medio, presentándose junto a su hijo, de unos 32 años. 
La mujer recordó que al poco tiempo que “se instalaron acá, y empezamos a tener un poco más de diálogo porque nos veíamos. Igual yo trabajo mucho durante el día, a la tardecita cuando sabía volver, lo saludaba”. Con el tiempo, puntualmente a partir de una descompensación que sufrió él, ella se ofreció a ayudarlo porque lo vio “un pobre viejo indefenso”. 
Con el pasar de los meses, el trato entre él y la familia Muñoz se hizo cada vez más cercano. El hombre pasó las fiestas en su casa, junto a ella y sus hijos, porque decía estar solo. 
Pero “cuando lo descubrí –el 23 de marzo- una empieza a volver para atrás y ve actitudes y cosas. Fui queriendo recordar en qué momento fue que pasó y me di cuenta que ha empezado en octubre, en el cumpleaños de los trillizos”. 
Dijo que en esa fecha su hija “se sabe poner celosa porque es una fiesta boom, tres piñatas, tres tortas, siempre fue así. Y esta vez pensé que era eso y no, había sido otra cosa”. 
Esa noche, contó que “la nena no comió, se acostó y tuvo fiebre. Preguntó por su hermano mayor, que estaba en el campo, y se durmió. De ahí creo que empezó todo. Después, cuando me di cuenta y consulté al médico en marzo, él mismo me dijo que estaban abusando de la nena, porque los condilomas se contagian solamente por contacto sexual, ella no fue penetrada pero la estuvo rozando”, describió. 
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El doloroso relato de la pequeña
-¿Cómo fue que su hija le confirmó esto?
-Yo empecé a tener la sospecha. Dije abusaron de mi hija, pero ¿quién? Es horrible pensar que había sido el hermano, pero hay que ser realista y me partía el corazón el sólo hecho –como mamá de él también- de pensar que podría haber sido él. Fue horrible. Una persona no solamente lastimó a mi hija sino que nos perjudicó a todos porque el trastorno de saber de que pude haber pensado mal de mi propio hijo -porque no había otra persona más que él y mi hijo- fue terrible. 
-¿Cómo fue que ella le contó que habría sido su vecino?
-Un día, cuando llegué de trabajar los vi que estaban afuera. Ya trastornada como quedé, empecé a decir que no quería que salieran de acá. Los agarré y les dije que lamentablemente tenían que cuidarse, porque yo estaba descubriendo que la persona que vive acá al lado no era buena. Que no lo sabía bien, pero cuando les hablaba, la miraba a mi hija... y les dije que me parecía que estaba por descubrir que esa persona no es quien dice ser, que no es un abuelo bueno, así que les dije que se quedaran acá hasta que mamá descubriera. Y ella asentaba con la cabeza.
Esa noche le dije que me acompañara, que quería hacer mandados y quería ir con ella. Salimos a caminar, le pedí también un poco de ayuda a la psicóloga, porque no sabía bien cómo hablar con ella, porque es horrible tener que decirle lo que le estaba pasando, que ella ya lo sabía y a la legua se notaba que tenía mucho miedo con lo que le estaba pasando. Cuando le dije eso, ella me abrazó, lloró y le dije que yo en mi corazón sentía quién era, pero como no tenía la afirmación de ella estaba ese dolor de duda. Y me lo dijo; me dijo: “Sí mamá, fue el abuelo”. Y recién ahora se está largando a hablar más cosas que le hizo.
-¿Está en tratamiento psicológico su hija?
-Sí, a la psicóloga la puse yo, porque la conozco de mucho tiempo. En el tiempo que yo estuve muy mal que me separé, hará 5 años atrás, estuve en tratamiento con ella, y también fueron mis hijos, entonces nos conoce. Después, ella se fue y yo seguí viéndola aparte. Ella es la que la está viendo a mi nena y es la que pudo –hasta ahora- tener un avance bastante de mi hija, porque ella no quería hablar. Ella hacía como que no le había pasado, como que quería contarlo como que le pasó a otro y no a ella, se le hacía muy confuso. La vergüenza de ella, es una nena. 
La está preparando para la cámara Gesell que por lo que me dijeron supuestamente va a ser dentro de este mes, que me parece que es muchísimo tiempo.
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“Lo que deseo es matarlo del 
asco, la bronca, la impotencia”
Cuando los vecinos tuvieron la firme sospecha de lo que habría pasado, la barriada reaccionó y realizó pintadas en la casa de La Movediza. Hoy, ya fueron cubiertas con la capa de pintura, aunque se dejan ver los trazos del enojo de aquellos que confiaban en “el Abuelo”.
-¿Y las pintadas? 
-Yo lo quería matar, lo agarré. Me pusieron seguridad para que él no se acerque a los chicos. Obvio, uno se agarra con la persona y pierde uno, y yo no quiero ni que él haga nada (por su hijo mayor) y yo primero tengo que tratar de contenerme. Los dos hemos pasado noches llorando y todavía lo hacemos, porque a veces nos enfocamos en ese tema porque no lo podés dejar a un lado. Nos desesperamos y nos tenemos que contener el uno al otro.
-¿Qué paso ese 1 de mayo?
-La gente vio que tenía la casa pintada, no sé si no cree o serán muy astutos de convencerlos; porque a mí me convencieron los dos –tanto el padre como el hijo- de que eran buenas personas. Ahora el hijo salió amenazándome. Ha venido a mi casa, me ha traído papeles por si los chicos quieren seguir estudiando; un montón de cosas, porque está trabajando en la Municipalidad, no sé qué está haciendo. Vino a decirme que no se sepa y prácticamente a querer cohibirme o que yo sintiera miedo, no sé cómo le dije. 
-¿Tuvo contacto con su vecino después de haber hecho la denuncia?
-Sí, le dije lo que le había hecho a mi hija, le pegué un empujón y no me decía nada. Me amenazó cuando le hice la denuncia. Es una situación horrible porque cuando yo confirmé que había sido él, me llegó a dar miedo porque cuando él salió afuera, yo me metí para adentro. Desesperada, después dije: ‘¿Por qué tengo que tener miedo? Si yo no hice nada’, entonces salí, lo enfrenté y no aguanté. Y me dijo: ‘Allá nos vamos a ver’, y ahí me volví y le dije: ‘Sí’, que era un desgraciado que enfermó a mi hija. 
El dice que la nena se enfermó ahí, pero en el piso porque iba a tomar sol y ellos salían de la pileta y se secaban en la paresita de él. 
El sigue viviendo al lado. Quizás se esconde porque si sale, lo voy a vivir insultando y si lo veo, no me voy a contener. 
Un pedido
al Intendente
-¿Cómo se siente ahora?
-Es un odio que te agarra, una impotencia, una bronca, y te querés comer todo acá adentro con tal de no salir afuera. Lo que deseo es matarlo del asco, de la bronca, de la impotencia porque le vino a tocar una casa justo al lado de la mía, de estas que dio Lunghi y no se la puede quitar. ¿No lo puede sacar? 
Como una persona responsable, no tengo nada en contra del Intendente y tengo que agradecerle un montón lo que hizo Lunghi por mí y los trillizos. El me conoce bien, soy la que tuve los trillizos en La Movediza, y me mandó a Azul para que me los atendieran bien y después me trasladaron acá. Les ofreció muchas cosas a mis hijos, se criaron re bien, y hace 2 años me pone a un abusador al lado de mi casa –que obvio él no lo va a saber, pero ahora lo sabe. 
Que le saque esa casa porque él es un peligro y lamentablemente a nosotros acá se nos hace ahogado vivir porque si va preso va a ser domiciliario y después si vienen familiares de esta persona, ¿qué sabés que nos pueden hacer? Hacernos la vida imposible. 
-¿Cómo está su hija?
-Bien, nosotros tratamos de apoyarla. En casa tratamos de que ese tema no se hable, ella lo habla todo en la psicóloga. Tratamos de que siga teniendo una vida normal. Hay que esperar la cámara Gesell. Nosotros hace 11 años que estamos viviendo acá, siempre estuvimos tranquilos pero jamás pensé que podía llegar a pasar una situación como ésta. Hablando con ella le pregunté y me dijo que esa noche le había pasado y después siguió sucediendo, a mí no me quiere contar porque se siente mal pero le cuenta a la psicóloga, y yo me entero por ella. Esa enfermedad tarda seis meses para declarársele a la mujer, quizás si no me la hubiera contagiado no me hubiera enterado nunca. 
-¿Qué respuesta encontró en la Justicia? ¿Se sintió contenida?
-No le puedo decir, porque nunca tuve una experiencia como ésta. Yo qué sé cómo te contienen. No nos podemos contener nosotros acá, ¿le parece que la Justicia o alguien nos pueden contener? Le estoy diciendo que se hace insoportable verlo, nos encerramos uno al otro y nos contenemos uno al otro –entre mi hijo y yo- para no salir a desarmarlo a pedazos en la calle. ¿Y nos pueden contener en Fiscalía? Les digo si no lo pueden detener y me dicen que no hay pruebas. ¿Qué hacen con este viejo que enfermó a mi hija? ¿Por qué no lo detienen? ¿Porque somos pobres? No logramos entenderlo. En Fiscalía, yo le dije a Cecilia Rímoli que a mí no me interesa el grado de gravedad sino que un viejo estuvo manoseando a mi hija y vive acá, pegado, y yo creía que era un pobre abuelito, porque ellos le decían ‘abuelo’, y acá no tengo a nadie. No tengo hermanos, no tengo padre, tíos, a nadie. Soy yo sola con mis 6 hijos, no tengo ningún familiar como para decir de pronto los chicos tienen un tío o un abuelo, no, ellos era la primera vez que iban a compartir algo con un abuelito porque no tienen a nadie.
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“Que se lo lleven”
Mientras tanto, el hermano mayor de la niña exigió que lo “lleven lejos de mi hermana”. Dijo que es “fácil, que lo saquen de acá”, y expresó que “sería el colmo si ya la misma Municipalidad está tapando a personas como éstas, lo que nosotros pedimos es que lo saquen de acá porque lo demás –si la Justicia no hace nada- corre por mi cuenta. Nosotros venimos reclamando esto hace rato, es una nena de 9 años que fue infectada, y se mantiene todo ahí”.
En tanto, otra de las hermanas acotó que “queremos juntar firmas, pero tenemos miedo que nadie nos apoye”. 
Ana María Muñoz confesó que “hemos tomado la decisión de irnos nosotros, estoy buscando una casa para alquilar y vender ésta. Nos obligan a hacerlo. ¿Qué hacés viviendo acá teniendo a una persona que lastimó a un hijo?”.
-¿Qué pretende?
-Quiero que se haga justicia, que metan preso a ese tipo. No sólo por mi hija sino por otras nenas. Si no va preso porque es viejo y tiene que hacer arresto domiciliario, que lo saquen de acá, y sino que nos acomoden a nosotros en otro lado. Les entrego mi casa y que me den otra. La otra nena confirmó que la tocaba, que hacía juegos. Si esto llega a oídos del Intendente, ojalá haga algo. Por lo menos él, porque este es el barrio La Movediza, ¿y el lugar soñado? ¿Soñado? No esta pesadilla, no podés vivir así, no quiero que se tape. Lo único que quiero es que se acelere todo, en Fiscalía me dijeron que va todo rapidísimo. No se pueden tapar estas cosas. Este desgraciado nos trastornó a todos; a mí con tener pensamientos que jamás imaginé que iba a tener.*
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El otro caso
-¿Hizo la denuncia la madre de la otra pequeña?
-Sí pero no le dieron copia a ella como me dieron a mí. Ya hizo la denuncia, la nena ya fue también. Yo tenía que ir un martes pero la nena estaba toda lastimada y lloraba, y no pude ir. Me quedé con ella. En realidad la denuncia está hecha por el doctor, él me había dicho que tenía que hacerla y le dije que yo no tenía ningún problema. ¿Cómo voy a ocultar una cosa así? Estaba totalmente de acuerdo, además estaba desesperada, no lo podía creer, hasta el día de hoy que no puedo creer lo que le pasó a mi hija.
-¿Dónde vive la otra nena?
-En la otra cuadra, pero se conocieron en la combi y se venían todos acá, le presentamos a ‘el abuelo’ porque inclusive la mamá creía que era abuelo de mi nena. Ellos dijeron ‘el abuelo, el abuelo de al lado’, y cuando lo vi en silla de ruedas hecho pedazos, le dije ‘el abuelo’ y ahí quedó. Y el acercamiento cuando tuvo esa descompensación –creo que era problema de los bronquios- sabiendo que está solo en la casa, porque tiene un hijo de unos treinta y pico de años que trabaja, te acercás nada más porque sabés que podés ayudar, es simple.*

Una madre que se dice desesperada pide por el paradero de su hijo y pelea por su tenencia

Una madre que se dice desesperada pide por el paradero de su hijo y pelea por su tenencia
15.05-La joven madre y su abogada que resultaron disparadores del pedido de jury contra la jueza de Familia, Silvia Monserrat, volvieron a exponer el tema frente a una nueva situación de desencuentros. La mujer dijo que hace mucho no puede ver a su criatura porque el padre se lo impide.



Un caso delicado, una historia compleja que incluso derivó en polémico disparador para ahora fundar buena parte del jury que debería afrontar la jueza de Familia, Silvia Monserrat, ganó por estos días un nuevo capítulo, a partir del reclamo de una madre que quiere ver a su hijo, y dice que el padre de la criatura se lo impide.
Se trata de Rosana Benítez, quien en octubre el ante año pasado tuvo su sexto hijo, al que primeramente iba a dar en adopción, pero luego se dijo arrepentida. En medio del confuso episodio, la jueza retiró al bebé en una casa de contención hasta tanto se resolvía el entuerto, lo que generó un cuestionamiento de la letrada Ana Galván (en representación de la madre) por el impedimento de contacto. Más precisamente por no poder ejercer la patria potestad y poder amamantar a su hijo.
Finalmente se arribó a un acuerdo, por el cual la mujer pudo amamantar a la criatura en tanto que quedó bajo la guarda del padre, quien reside en Pinamar.
Ahora, la madre junto a su misma abogada dice estar padeciendo una restricción similar, a partir de la presunta negativa del padre a la hora de poder ver a su criatura.
Rosana contó que aquella decisión de dar a su hijo al padre y tener visitas pautadas fue dura, pero que entendió que era “el mal menor” frente a lo que estaba sucediendo, con acusaciones cruzadas.
Reseñó que aquel “pacto” se fue cumpliendo por un tiempo hasta que ella tuvo que regresar a su país natal, Paraguay, donde están viviendo sus otros cinco hijos. Allí, en su última visita, sufrió un accidente de tránsito y el tiempo de ausencia con su hijo en Pinamar se extendió. Hasta que por estos días regresó para verlo y ya el padre -dijo- no se lo deja ver.
“Al llegar llamé (al padre del bebé), me atendió y le dije que estaba de vuelta y que quería verlo de nuevo a mi hijo. Y me dijo que no, que yo tenía muchos hijos, que estaba grande y acostumbrado a estar ahí y me cortó. Me fui a buscarlo adonde vivía y no lo encontré”, relató la joven madre mostrando angustia.
Recordó al respecto que un día lo encontró a su ex pareja en un supermercado y volvió a reclamar que quería ver a su hijo “y que no iba a molestarlo”, pero le dijo “que el nene estaba grandecito y que no me iba a reconocer”.
“Llamé el día del cumpleaños del chiquito -el 7 de octubre-, pero no me atendían. Le mandaba mensajes y tampoco”, añadió.
“Pensé en el futuro de él al darlo en guarda, que era diferente. Pensé que si estaba ahí iba a ser mejor, aunque sea lo iba a ver e iba a saber que yo era la madre”, agregó con pena.
La doctora Galván recordó que aquel acuerdo se arribó porque “se había planteado un régimen amplio de visitas y se dio la posibilidad en aquel momento de poder sacarlo del hogar,  porque según el informe que hay de la propia gente encargada del hogar, surge que no era un lugar apto para un bebé”.
“Entonces -siguió- como elemento más del bebé que de ella por quererlo tener, era mejor sacarlo del hogar y entre los dos males, la institucionalización y estar con el padre, que estuvo ausente durante todo el embarazo, se prefirió favorecer la relación con el padre, pensando siempre que hubiera un régimen amplio”.
La letrada señaló que “las cosas saltaron enseguida con el régimen de visitas porque hubo inconvenientes con él. Y no sé quién le ha hecho creer que ella lo quiere para hacerlo desaparecer. Ha recibido algún asesoramiento exterior que no es real, es simplemente la relación de una madre con su hijo”, aclaró.
En tren de aclaraciones, Galván también sostuvo que “si en algún momento hubiera decidido algo diferente, era en favor del hijo pero nunca para desentenderse, de verlo y de poder estar con él”.
La doctora insistió en “el perjuicio y el dolor” con el que sigue cargando su representada. “Ella me había dicho que el día que fue la votación en la Cámara,  a ver si hacían lugar a la suspensión del juicio a Monserrat, ella quería estar presente para poder verle la cara a la jueza, con todo el mal y perjuicio que le había causado”.
Galván aclaró que frente a la denuncia contra la magistrada ahora el caso quedó en manos de otro juez de Familia de Azul, a quien se le ha planteado la averiguación de paradero de la criatura y así poder combinar el régimen de visitas,  porque -según la letrada- el juez es partidario de fomentar el lazo y la relación entre una madre y su hijo y lograr la revinculación, sobre todo después de tanto tiempo, con una madre que sigue presente.
“Después vamos a pelear la tenencia. Lo que queremos es la vinculación porque ella ahora está pasando a ser una extraña con su hijo, más cuando el papá, como le ha hecho saber, quiere que llame mamá a su pareja”, acotó.
Cerrando, la propia Rosana retomó la entrevista dejando sentado su deseo: “Quiero tener a mi hijo conmigo y llevarlo a Paraguay. Pensé en el chiquito y que iba a estar bien con el padre, pero me he enterado de muchas cosas y no está nada bien”. A lo que su abogada aclaró que no se le quiere negar al padre el derecho, porque nunca pasó por eso.
“Queríamos que la gente supiera que no es una madre que después de tanto tiempo generó un montón de trascendidos, de idas y vueltas a nivel judicial, y que de repente desapareció. Esta madre, por ir a ver a sus otros hijos tuvo otros inconvenientes de salud, pero es una madre que estuvo presente siempre y que no renuncia a los derechos que tiene con su hijo”, culminó Galván.