"Los derechos de los niñ@s deben ser una cuestión de Estado."

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viernes, 14 de noviembre de 2014

Merecida respuesta a una instigadora de la pedofilia Laura Gutman


OCIEDAD › CRITICAS POR UN TEXTO SOBRE ABUSO SEXUAL INFANTIL DE LA MEDIATICA LAURA GUTMAN

Una escritora en medio de la polémica

Entidades profesionales y expertos denunciaron que un artículo de la escritora, que se presenta como terapeuta familiar, muestra una visión edulcorada de los pedófilos y describe el abuso como un juego de niños. Ella dice que fue malinterpretada, pero los repudios siguen.
 Por Mariana Carbajal

Un aluvión de duras críticas recibió la escritora Laura Gutman por un reciente artículo donde banaliza el abuso sexual infantil, lo describe como un juego de niños y da una visión romántica de los pedófilos, casi disculpándolos por su accionar. “El trabajo de Laura Gutman es una especie de manifiesto pedófilo”, sintetizó el médico psiquiatra, psicoanalista y profesor universitario Alfredo Grande (ver aparte). Gutman, quien escribió alrededor de una decena de libros sobre maternidad y crianza, y se presenta como terapeuta familiar, alegó luego que fue malinterpretada. No obstante, los cuestionamientos hacia sus dichos se siguen multiplicando. Incluso, el Colegio de Psicólogos de la Provincia de Córdoba pidió ayer que se investigue si no incurre en un posible ejercicio ilegal de la psicología, engaño o negligencia en el campo de la salud mental.
“En primer lugar, porque Laura Gutman no difunde claramente la formación profesional que posee ni si posee habilitación alguna para formar, asistir y supervisar acciones dentro del campo de la salud. Lo cual impediría que quienes tomen sus servicios tengan la información adecuada sobre lo que promociona y comercializa. Además, no garantizaría fehacientemente cuál es el organismo académico y/o profesional que respalda sus prácticas”, señaló la entidad a través de un comunicado de prensa difundido por la regional de Villa María.
Gutman tiene una escuela para formar “aprendices” en la ciudad de Buenos Aires, que no otorga título oficial, donde solo ella dicta los “teóricos” y que se basa –según se puede leer en su página web– en “el estudio y la práctica de la metodología de la construcción de la biografía humana, que he desarrollado durante muchos años” y que pone el eje en la “indagación personal, terapéutica, al servicio de hombres y mujeres adultos”.
Desde la asesora general Tutelar de la Ciudad, Yael Bendel, hasta psicólogos y psiquiatras con larga trayectoria en la atención de víctimas de abuso sexual, investigadores y víctimas de ese delito, salieron a responderle, al considerar peligrosa su mirada y, sobre todo, por el alcance que pueden tener sus palabras por su perfil mediático, y su llegada a mujeres que siguen de sus “enseñanzas” en temas de crianza a través de sus libros y su página web.
El Colegio de Psicólogos de la provincia de Buenos Aires Distrito XV también se pronunció: el órgano sacó ayer un comunicado, con la firma de su presidente, Pedro Salas, en el que repudia los dichos de Gutman y aclara que como profesionales de la salud mental “nos vemos obligados a alertar a la comunidad acerca de las consecuencias nefastas que se derivan de esta ideología reñida con la ciencia, la ética y el Código Penal”. La Red Nacional de Visibilización de Abuso Sexual Infantil, que reúne a víctimas y familiares que han sufrido ese delito, también expresó su “repudio” y su “más profundo desacuerdo con sus dichos” con la postura de Gutman.
A través de Infobae, ella expresó: “Se ha tergiversado completamente lo que explico en mi texto. No voy a responder a las agresiones ni al destrato que he recibido. Prefiero dejar las cosas así, y que cada uno entienda lo que pueda. Es un tema para hablarlo largamente o decidiré escribir más tranquila al respecto, pero no lo voy a hacer desde la polémica de alguien que no entendió nada”.

Reacción

La asesora general Tutelar de la Ciudad consideró que Gutman “genera confusión y desconcierto porque los conceptos y términos que utiliza banalizan uno de los episodios más ultrajantes para los niños, niñas y adolescentes”. “La realidad actual es que miles de niñas, niños y adolescentes son víctimas de este tipo de delito que muchas veces se consuman intramuros, es decir en contextos familiares o afectivos, por eso la utilización de estos términos es errónea y desvirtúa esta problemática tan compleja”, añadió Bendel.
Los cuestionamientos se multiplicaron luego de que Gutman diera a conocer la semana pasada un artículo bajo el título “La sistematización del abuso sexual sobre los niños”, donde afirmó que las personas adultas se enamoran de un “niño necesitado” y argumentó que los violadores infantiles no son personas desequilibradas: “Los abusos no los cometemos las personas de mente atormentada. No. Somos personas como casi todos, un poco más hambrientos y un poco más torpes, porque al fin y al cabo lo único que hacemos es tratar de nutrirnos, pero de una manera burda y estúpida” (ver aparte). Bendel también destacó: “Gutman viola con sus declaraciones las leyes vigentes de Protección Integral a la Infancia, hace una descripción errónea y edulcorada de lo que constituye un delito, los pone a los chicos y chicas como objetos y no como sujetos de derecho. Tenemos estadísticas alarmantes sobre abuso infantil, es por ello que ponemos particular énfasis en rechazar los conceptos de Gutman, esto es una afrenta para las víctimas y una apología del abuso infantil”.
En diálogo con este diario, María Inés Bringiotti, directora del Programa de Investigación en Infancia Maltratada de la UBA, destacó que “el abuso sexual infantojuvenil es una de las formas más graves del maltrato infantil” y “las secuelas perduran y afectan toda la vida, aunque se lo pueda trabajar y superar”. En momentos que se trata de visibilizarlo más, de proteger a las niñas y niños víctimas, de considerar como responsables a los adultos agresores, “nos encontramos con esta idílica explicación de ‘por qué nos acercamos a ellos’, que da Gutman”. “Nos acercamos como madres, como padres, como abuelos con amor y respeto... y los besamos y abrazamos... pero no abusamos. Es obvio que en la historia de cada abusador/a debe haber un porqué de su conducta que debe tener en cuenta el terapeuta dispuesto a trabajar con él/ella; sin embargo, difundir esa opinión casi ‘humanista’ y ‘romántica’ de los/las abusadores/ as no contribuye a la protección de la integridad físico, psíquica y social de las/los niñas/os”. Además, Bringiotti apuntó que el abuso sexual “causa horror y resistencia, pero existe y mucho”. Y recordó que en un “Estudio de Prevalencia del Abuso Sexual Infantojuvenil” realizado desde la UBA, un 14 por ciento de la población de la ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires “lo ha sufrido antes de los 18 años y el 70 por ciento es cometido por parte de los que deberían cuidarlos y protegerlos, familiares, profesores, amigos, conocidos.
La psicóloga clínica Sonia Vaccaro consideró las palabras de la mediática escritora como “un discurso perverso, propio del sistema patriarcal”. El argumento “del ‘perdón’ es vendido a las víctimas para la impunidad de sus verdugos. Tenemos que estar alertas; llegan viejos argumentos en nuevos envoltorios. Todos persiguen lo mismo: afianzar la desigualdad jerárquica”, agregó. Vaccaro es reconocida por denunciar a través de sus libros y conferencias el inexistente síndrome de alienación parental (sap), por el cual los defensores de pedófilos sostienen que los niños que dan señales de haber sido abusados sexualmente por sus padres lo hacen instigados por sus madres, en el marco de divorcios contradictorios.
Vaccaro sostuvo que Gutman vende muy bien sus libros “porque el discurso patriarcal, la ideología machista vende, la misma que sostiene que los ‘chicos mienten’, que ‘las madres le lavan el cerebro a sus hijos para que se crean abusados’, que un pedófilo es ‘una pobre persona, abusada e infantil y que busca afecto’ o que la violencia de género no es asimetría histórica, sino violencia ‘entre pares’ y que ‘depende de las mujeres salir de ella’”. Vaccaro alertó que “el patriarcado insiste, se metamorfosea, vacía de contenido el discurso de las víctimas y lo resignifica, hasta que alguien desprevenido pueda creer que esta señora es una defensora de los vínculos tiernos y amorosos, que está por la igualdad y que en la ‘comprensión y el amor’ se borrarán las desigualdades histórica y cruelmente asimétricas”.
La polémica se extendió por las redes sociales, sobre todo en Twitter, donde los usuarios mostraron su preocupación por las ideas de Gutman.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

La necesidad de denunciar con la claridad de Eva Giberti.

El abuso sexual y los niños

 Por Eva Giberti

Es la tercera vez que publico en Página/12 estadísticas referidas al abuso sexual contra niños y niñas; el porcentaje mayor, estimativamente el 80 por ciento, intrafamiliar.
Abusan y violan los padres, los abuelos, los tíos, los hermanos mayores y los compañeros de la madre que a veces cumplen función paterna.
O sea, la información es pública. En este caso se trata de niños y niñas de la ciudad de Buenos Aires cuyos familiares han recurrido a las comisarías para denunciar el abuso. A veces una madre, una tía o una vecina. Llegan con la víctima de la mano, en oportunidades solamente piden la intervención policial.
La policía inmediatamente se comunica con el Equipo que se ocupa de Delitos contra la Integridad Sexual y depende del Programa las Víctimas contra las Violencias del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, porque tiene un Orden del Día, desde el año 2006, y debe cumplirla; tiene obligación de convocarnos.
El Equipo se hace presente, dialoga con el niño o la niña, además de escuchar al adulto, y automáticamente se convierte en el testigo que habrá de reproducir su diálogo con el niño o la niña en calidad testimonial ante el juez porque es la primera persona técnica que toma contacto con la víctima. El juez atiende este testimonio que le resulta fundamental para la continuidad de la investigación.
Así sucede cuando se puede investigar, tal como recomienda la protección de niños y niñas descripta en los documentos internacionales. La protección es un hecho, no alcanza con las palabras y las quejas agrupadas, voluminosas y reiteradas.
Los números son explícitos. Este Equipo afirma que recibe cinco denuncias diarias por abuso sexual contra niños y niñas. Pero de ellas, tres adultos, después de denunciar, se niegan a instar la causa penal, es decir, a autorizar la investigación, el seguimiento del caso en el ámbito del derecho. O sea, la denuncia se cae, pierde eficacia, porque el abusador no será citado por la Justicia. Eso es exactamente lo que se espera: “cumplir con el deber” de denunciar. Pero que al abusador lo citen en Tribunales, que aparezca quizás un defensor de niños, que se pruebe el abuso y/o la violación y que el sujeto sea detenido... ¡Ah, no! Para tanto no.
Porque podría ser el padre del niño o de la niña, entonces la familia arriesga destruir la vincularidad, y como sabemos la familia debe estar protegida. ¿Y la protección de niños y niñas...? “Sí, bueno, pero no vamos a dejar al chico sin padre... Al fin y al cabo, los chicos se olvidan de esos episodios....” ¿Una niña se olvida que durante años su padre o su abuelo la manoseaban permanentemente y la obligaban a mantener el secreto para que la familia no se enterara? Lamento defraudarlos. Mi consultorio me ha colocado, y continúa sucediendo de ese modo, en contacto con adultas y adultos que a los cuarenta años o más me cuentan angustiados aquello que les sucedió durante su niñez y no pudieron mencionarlo, no hubo posibilidad de una revelación por temor, por vergüenza, y el desasosiego los acompañó durante toda su vida estropeándoles sus vínculos sexuales y sus experiencias vitales enhebradas permanentemente con ese recuerdo.
Los que “olvidaron”... cualquier día de cualquier año, debido a un estímulo inesperado, sienten que algo del pasado les devuelve las vivencias de aquella criatura y recuerdan entre nubosidades borroneadas pero presentes aquellas horas de asco y de terror.
También están aquellos y aquellas que se sobreadaptan a la situación y se mantienen apegados al abusador, entrenados en un sometimiento del que no pueden huir porque descuentan que no les van a creer. ¿Cómo dudar del abuelo que cuida al niñito mientras la mamá trabaja fuera de la casa?
No creerles a los niños y niñas es acumular goces en el océano de perversiones con las que el abusador se satisface.
Entonces, ¿qué hacer? Avanzar con la denuncia es una catástrofe familiar... Abusar de niños y niñas es una catástrofe para la familia y para quienes no pueden defenderse, porque el poder está en manos de los adultos. Los de la familia y aquellos jueces que contribuyen con su negación de los hechos.
Las estadísticas están, la policía, que al lado del Equipo que se ocupa de los Delitos contra la Integridad Sexual toma nota, también. Pendientes, por desidia moral o conveniencia económica, aquellos y aquellas que no avanzan en la denuncia y obligan a niños y a niñas a continuar conviviendo con el abusador.

Violencias ejercidas a Víctimas niñas, niños y adolescentes


sábado, 1 de noviembre de 2014

Entrevista para Las doce sobre el ocultamiento del ASI


Tengo el honor de poder compartir nota que me hicieras para suplemento Las Doce, un logro de tod@s los que luchamos por la visualización del Abuso ser entrevistad@s y poder dar un poco de luz ante tanto ocultamiento.

‪#‎VisibilizandoElASI‬ ‪#‎BastaDeViolenciaInstitucional‬

las12                                           

VIERNES, 31 DE OCTUBRE DE 2014

Matar a la mensajera

Violencias Una psicóloga enfrenta un juicio y una sanción de un colegio profesional de Azul que la fuerza a no ejercer por dos años. La acusan de poner una mueca de tristeza en el dibujo de una niña a la que atendió por un abuso sexual. Ella desmiente las acusaciones y sospecha de la manipulación de las pruebas. Pero, además, enmarca su procesamiento en la persecución a las peritas que legitiman la voz de las niñas y los niños víctimas de violencia sexual. El fenómeno del backlash que busca hacer retroceder a la Justicia y a la credibilidad de las denuncias y la intención de asustar a las mensajeras.

 Por Luciana Peker
Angela tenía cinco años e iba a la parroquia Santa Rosa de Lima, en el barrio porteño de Balvanera, a recibir clases de apoyo. Estaba en primer grado, pero sus renglones no estaban ordenados. Vivía en un conventillo a donde su familia había llegado, desde el norte, en busca de trabajo. Angela tenía mucho miedo y el pis se le escapaba sin que pudiera hacer nada para cerrar su cuerpo. Jugaba a que un lobo perseguía y asustaba a una niña hasta que le contó a Daniela Lezcano que ella era la niña y su papá, el lobo que la asustaba. Lezcano estudiaba psicología, con una beca, en la Universidad Católica Argentina (UCA) y colaboraba gratis para ayudar a las niñas a aprender. De un golpe se enteró de que la violencia más extrema y escalofriante existe. Y que el cuerpo pequeño, todavía sin estirarse a los desafíos de la vida, a veces, está expuesto al mayor abismo. Angela, igual que muchos niños y niñas, no podía defenderse sola. Necesitaba ayuda para poder frenar el abuso. Angela le pidió ayuda y Daniela Lezcano nunca volvió a ser la misma.
Ahora tiene 42 años. Se recibió de psicóloga y está en el cuadro de honor de la UCA. El título se lo entregó, en 1997, Jorge Bergoglio en la Catedral de Buenos Aires. Pero enfrenta un juicio por su intervención en un caso de abuso sexual. Ella cree que no se trata de una causa aislada, sino que tiene que ver con una conducta sistemática de protección a los agresores y descalificación a las víctimas y a quienes las defienden en una serie de casos en Tandil, en la provincia de Buenos Aires. Y, también, que la acusación contra su trabajo es un caso testigo de las embestidas que sufre la mayoría de los y las profesionales de la salud que peritan y certifican las voz de los niños y niñas abusados.

Qué es el backlash

Las denuncias de abuso sexual no suelen tener pruebas físicas. Pero sí la voz de chicos y chicas que relatan su historia y que en la Argentina empezaron a escucharse a partir de 1983, con el regreso de la democracia. Pero los agresores no levantan las manos y se entregan como ovejas mansas. Su mejor defensa es silenciar la voz de quienes revelan ser ultrajados. Por eso, la estrategia de los denunciados es descalificar la voz de sus denunciantes alegando que no es la palabra real de niños y niñas sino la de las madres (en la mayoría de los casos) que les llenan la cabeza a través del Síndrome de Alienación Parental (SAP). Pero, cuando eso no es suficiente, también invalidan, enjuician, amenazan, golpean o embargan a las psicólogas que peritan o atienden a los niños o niñas.
El backlash es la reacción frente a la mayor visibilización y denuncias de abuso sexual e implica una corriente de retroceso para dejar impunes a los agresores, revincular a las niñas o niños con sus victimarios (en muchos casos sus progenitores), perseguir a las psicólogas comprometidas, desalentar la intervención de otras profesionales en la defensa de niños y niñas abusados y hostigar en redes sociales a víctimas, madres protectoras, profesionales de la salud, organizaciones contra la violencia y periodistas que visibilizan el abuso sexual.
El 17 de noviembre del 2006 Las12 publicó la nota “No denunciarás”, en donde se informaba de la persecución a psicólogas que tenían que contratar seguros por la cantidad de juicios contra su patrimonio por parte de poderosos y adinerados acusados. “De la desmentida de la palabra de los niños se ha pasado a la desmentida de la palabra de quienes trabajan en función de la protección de su subjetividad. ¿Cuál es la consecuencia? La vigencia de un alto grado de visibilidad de la victimización sexual de los niños y sus consecuencias, coexistiendo con el intento de paralizar e impotentizar a quienes deberían seguir siendo los portavoces de la auténtica palabra de los niños”, advertía hace ya ocho años la psicóloga Alicia Ganduglia. La psicóloga Patricia Gordón, presidenta de la ONG enRED, de Mar del Plata, apunta: “El fenómeno del backlash crece paralelamente a todos los avances logrados por la lucha contra el abuso sexual y los derechos de los niños y las mujeres. Los profesionales que se comprometen con su saber pero también con su implicación seguimos siendo denunciados en los colegios profesionales en un claro intento de matar al mensajero”. Ella también apoyó y contuvo a Rocío Girat, la joven que, con veinte años, pudo hablar públicamente en nombre de ella y de muchas niñas abusadas que, por su edad, no tienen acceso a decir su verdad y, por eso, son desmentidas por sus agresores. A Rocío su papá, un suboficial de la Armada, la abusó desde los 14 años. Fue condenado a 14 años de prisión domiciliaria, pero luego del dolor público de Rocío y que se replicara su indignación, la Justicia cambió de idea y lo trasladaron a la cárcel de Batán.
Por su parte, la psiquiatra infanto-juvenil Irene Intebi, ex presidenta de la Sociedad Internacional para la Prevención del Maltrato Infantil (ISPCAN, por sus siglas en inglés) y autora del libro Proteger, reparar, penalizar, de Editorial Granica, promueve un salto de calidad: “No creo que haya un significado único de la persecución de profesionales, creo que puede tener significados diferentes en los distintos contextos en que ocurre. Lo que sí puedo afirmar es que la falta de lineamientos comunes para la toma de entrevistas ante sospechas de abuso sexual infantil y la falta de capacitación dejan abierta la posibilidad de que la parte acusada impugne o cuestione el trabajo de quien confirma y que, eventualmente, pase a la persecución. Habría menos posibilidades de persecución si la evaluación se hiciera de manera similar en Buenos Aires, La Pampa o Córdoba y si el Poder Judicial o el Ministerio Público ofreciera capacitaciones obligatorias para sus profesionales, peritos externos y aspirantes”.

Lxs chicxs no mienten

La propuesta es un paso adelante en la defensa de niños y niñas. Mientras tanto, Daniela Lezcano, psicóloga con especialización en maltrato y abuso infantil y perito forense (que también intervino en el juicio contra Alberto Juárez Villegas, ex ministro de Economía de Santiago del Estero y sobrino del ex gobernador Carlos Juárez que fue condenado, a fines de septiembre, a seis años de prisión por abusar de su hija), enfrenta un juicio porque el dibujo de una nena a la que ella atendió apareció (sin que estuviera con cadena de custodia) con una mueca de tristeza y una sanción administrativa del Colegio de Psicólogos de Azul, que intenta obligarla a no ejercer por dos años. Ella apeló y considera que su caso es un escarmiento para alejar a otras profesionales de la escucha a chicos y chicas abusados/as.

¿Cómo fue tu intervención en el caso del sobrino del ex caudillo santiagueño Carlos Juárez?

–Evalué al abusador a pedido de él y le hice un psicodiagnóstico que muestra que era compatible con el abuso. La mamá de la nena pide que me llamen como testigo y presento el informe en el 2002. Ahí me persiguieron judicialmente. Pero, igualmente, en el 2014 hay juicio oral y mi declaración lo pone en jaque. La lucha es grande y nos toca, como en el caso de Juárez Villegas, pasar catorce años hasta que se logra justicia. Pero, al final, se logró romper la impunidad y la niña, que ahora tiene 17 años, va a poder empezar una vida más normal sabiendo que se le creyó aun después de tantos años.

¿Qué te pasa después de escuchar un relato de abuso sexual?

–Se siente el compromiso. Los chicos hablan, dibujan o usan títeres y plastilina. Cuentan desde el cuerpo, la voz, las palabras, y para ellos dejaron en una el problema. Es muy difícil desprenderte de eso. No podés no comprometerte. Confían en que dijeron la verdad y que los van a proteger, están sufriendo y tienen miedo, mientras que el abusador utiliza mecanismos de coerción, como amenazas de que les va a pasar algo a ellos o a su mamá o el cuentito de “esto es un secreto y no se lo digas a nadie”. Los niños no mienten. Nuestro trabajo es que el/la niño/a se reorganice, decirle que no tiene culpa por lo que está contando, que él no es malo. Nuestro rol es tratar de que sane. Y en el caso de las pericias, poder llevar el testimonio cuando se nos cita. Aunque nos encontramos con escollos.

¿Qué es lo que más te marcó en tu experiencia con chicas abusadas?

–Justo veía en la televisión el caso de la chica violada en el colegio de Avellaneda y me acordé del caso de Sofía, que hoy tiene ocho años y tenía cuatro años cuando la vi, a mediados del 2010, después de un abuso. El padre denunció que su hija era abusada por la madre y su pareja. La Justicia obliga a que se haga un proceso de revinculación con la madre mientras que seguía el proceso penal. Un día a ella le tocaba la visita y el papá me llama que, al salir, la nena le dijo que había sido abusada nuevamente. Los fui a ver a la comisaría de la mujer. La carita de esa nena, colorada, llorosa, pero con lágrimas pegadas en las mejillas, que les veías los surquitos, esa cara de recién abusada, fue impactante.

¿Este caso demuestra que los varones también pueden ser protectores?

–La mayoría de las denuncias son realizadas por mujeres. Es el único caso que conozco de un padre protector.

¿La actuación sobre este papá denunciante muestra que no se trata de una persecución a varones sino de un modus operandi de abusadores sexuales?

–Se trata de invisibilizar el abuso y no verlo como delito. Hay un poder muy grande de los pedófilos. Es sistemática la persecución, el descrédito y la invisibilización del relato del niño y de los mensajeros que seríamos los psicólogos que validamos el relato. Siempre te dicen que estás paga y que estás mintiendo. El descrédito no está fundamentado en mi trabajo. El efecto es que los familiares que quieren proteger a las víctimas no consiguen psicólogas porque se replegaron a partir de la condena social.

¿Esta embestida contra las psicólogas genera que haya menos profesionales que quieran peritar o atender a chicos y chicas abusadas?

–Sí, por eso es importante que haya colegios como el de Córdoba, el de Bahía Blanca, el de Mar del Plata y el de La Plata, que se pronunciaron contra el Síndrome de Alienación Parental (SAP) y alertan a los profesionales que no utilicen el SAP.

¿Por qué te sancionaron?

–En Tandil estaba el caso de Sofía y otros quince casos. Por eso se autoconvocó un grupo de familiares que fueron buscando justicia y respaldo e hicieron denuncias públicas al Ministerio de Justicia de la Nación, a Madres de Plaza de Mayo y a la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). Pero ante cada pasito adelante había una embestida. Hubo un caso en el que se les sacó los niños a la madre porque era pobre y los dieron en adopción, también a una abuela el asesor de menores le fisuró dos costillas porque ella le decía que no iba a permitir que revincularan a sus nietos con el abusador. A mí me cortaban los cables de mi casa y llamaban a mis hijos. Pero no me intimidaban hasta que lograron armarme una causa. Yo tengo mi título y fui el orgullo de mis viejos y es terrible salir en los diarios como la psicóloga cuestionada.

¿Cuál es la acusación?

–En el 2010 una nena, M., de cuatro años, que era paciente mía, después de un año de terapia, viene con un hematoma a la altura de la cadera y me cuenta que se había golpeado en una situación de forcejeo. Me dice que no quería que el padre “le chupe el pilun”. Le cuento a la mamá y ella hace la denuncia. Yo no hago el diagnóstico. El equipo técnico del Juzgado de Familia evalúa a la nena, dicen que hay indicadores de abuso sexual y le ponen una restricción de contacto al padre. En el 2011 me notifican que el fiscal Marcos Eguisquiza me investiga por falso testimonio y falsificación de instrumento privado como si yo hubiera tergiversado o tocado el dibujo de la nena. La acusación no dice que se cambiaron las partes sexuales, sino que en la cara se le hizo una mueca hacia abajo como si estuviera triste.

¿Qué pasó con ese dibujo?

–En julio del 2010 yo le entrego ese dibujo a la madre y ella lo deja en la Comisaría de la Mujer, pero nunca tuvo una cadena de custodia. Un año después dicen que pude ser yo la que tocó el dibujo y que la nena pudo denunciar al padre porque la induje.

¿Alegan que la terapeuta le metió en la cabeza que fue abusada?

–No pueden decir que no dijo lo que dijo, entonces dicen que yo la induje. Hay una historia clínica completa, hay testimonios de las maestras del jardín en el que ella tenía cambios de conducta sexualizados y la costumbre de dar besos como sapo. Y un diario donde la mamá contaba día a día lo que la nena iba diciendo. Ahora puedo ir a un juicio oral por esta denuncia. Estoy tranquila porque tengo una buena defensa con mi abogado Carlos Zimerman. Pero, a su vez, el juzgado manda la investigación al Colegio de Psicólogos del Distrito Ocho de Azul, que me arma un tribunal y me imponen, en febrero del 2012, una sanción administrativa: el bloqueo de matrícula y la inhabilitación para ejercer por dos años, dando por hecho que pude inducir a la niña y falsificado el dibujo. Yo no dejé de ejercer porque estoy apelando judicialmente la sanción administrativa, aunque sí me afectó muchísimo el ánimo la condena de algunos medios interesados en defender intereses de los poderosos.

¿Qué implica este proceso?

–Si no hay psicólogas que validen las palabras de los niños y niñas se terminan las denuncias de abusos. Si instalan que las madres están locas, las cansan y las invisibilizan y acallan a la psicóloga, también quedan más indefensos los niños y niñas. El fin es acallar las denuncias de quienes queremos proteger a los más débiles.
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