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viernes, 28 de septiembre de 2012

Abuso Sexual Infantil: Otro Fiscal..Otra Historia...


28.09 | Policiales  Fuente Diario El Eco de Tandil 
Piden 20 años de prisión para el padre que abusó 
sexualmente de su hija


 
Ayer se reanudó la audiencia oral y pública en la que se ventila un aberrante caso
 de abuso sexual entre un padre y su hija, quien prestó declaración oportuna
mente en el debate, al igual que la psicóloga que la asistió y el propio acusado,
 que cerrando el juicio lloró y habló de su inocencia.
Era el turno de los alegatos, por lo que desde el Ministerio Público y la
Defensa argumentaron su mirada de lo ocurrido en la Sala de Acuerdos
 como la prueba incorporada por lectura.
Para el fiscal Marcos Egusquiza, no quedaron dudas sobre la respon
sabilidad penal calificando los hechos como “Abuso sexual reiterados
 gravemente ultrajante agravado por resultar de ello un grave daño en
 la salud mental de la víctima, por ser cometido por un ascendiente y contra
 una menor de 18 años aprovechando la situación de convivencia preexistente
 con la misma”.
Ante el delito, el fiscal pidió 15 años de prisión o la unificación de la pena
 única (ya tiene una condena de ocho años) a 20 años de prisión.
El defensor Gustavo Ballent, en tanto, consideró que la acusación no alcanzó
 a probar el delito endilgado, cuestionando el valor del testimonio de la
psicóloga interviniente como así también la versión de la testigo única,
 léase la víctima, pidiendo consecuentemente la absolución y, de ser
considerado culpable, subsidiariamente la pena a 12 años de cárcel.
El caso
A la hora del relato acusatorio, Egusquiza reseñó que entre el 2001 y
 principios de 2006 el acusado abusó cotidiana e ininterrumpidamente
de su hija por ese entonces entre los 10 y 14 años, en distintos domicilios
 donde vivieron, aprovechando la convivencia preexistente y que los restantes
 morados de la casa dormían, explotando el vínculo de progenitor que tenía
 con la menor, e intimidación que ejercía sobre su hija, ocasionándole un grave
 daño en la salud mental de la víctima.
Sobre la fundamentación que alude a la autoría y responsabilidad, el
 fiscal basó su convencimiento en distintos elementos incriminantes,
 principalmente en el testimonio de la propia víctima y de la psicóloga
que la entrevistó en oportunidades varias y conocía incluso el grupo familiar.
Cuidando detalles que hacen a los abusos sufridos y relatados por la joven,
 se puede señalar que la víctima recordó que los abusos comenzaron cuando tenía
 11 años, cuando cursaba sexto y séptimo grado. Recordó también que al
año siguiente tuvieron una charla de educación sexual en el colegio, cuando
ella ya sufría de los abusos, que pensó en contarle a su maestra lo que padecía
 pero no pudo porque se quedaba sin aire. “se me cerraba la garganta”,
 expresó frente al Tribunal.
Entre sus recuerdos, reseñó que antes de comenzar los abusos su padre
la llevaba en la camioneta y le propuso enseñarle a cuidarse, y le dijo algo así
 como “vos no sos ninguna caída del catre, querés que te enseñe a cuidarte
 de los hombres, solo les interesa una cosa, lo sexual”, a lo que ella interpretó
que su papá le iba a explicar con las enciclopedias algo de educación sexual,
 pero dudó cuando posteriormente le pidió que “no le digas nada a mamá”.
Afirmó que los abusos se sucedieron casi todas las noches y durante el
día también la acosaba. Pasaba por al lado y le decía cosas, que estaba muy linda
 y si le había gustado lo que le había hecho la noche anterior.
Dijo que fue tal el hostigamiento que ella vivía con miedo y se vestía con ropa bien
 grande para que no se vea su cuerpo. Además de andar a las corridas para evitar
 estar cerca de su padre.
Hombre de fe
De sus recuerdos, la joven señaló que su padre daba misa, en esa época
presidía la iglesia –mormona-, y luego de terminar la misa en muchas
oportunidades salía de la misma junto a la menor y le comenzaba
 a preguntar si le había gustado lo que le había hecho.
Todo eso confundía mucho a la menor ya que decía una cosa cuando
 hablaba y luego hacía otra cosa totalmente distinta.
Sobre el último suceso sufrido, relató con precisión que fue el 6 de enero de 2005,
 cumpleaños de su madre, quien precisamente sorprendió a su esposo al lado
 de la cama de la niña tocándola. A partir de ese momento su padre no la volvió
a atacar.
A propósito de la religión detalló que de regreso a su casa su mamá y papá
 le propusieron mentirle al jefe de la iglesia mormona donde su padre era
 presidente, para evitar que la sanción a su padre fuera menor, y ella respondió
 que no estaba de acuerdo. Posteriormente supo que al presidente le dijeron la
 verdad
 y que su padre fue excomulgado de la iglesia.
Al respecto, en su momento ella manifestó que no deseaba instar la acción
 penal porque tanto sus padres como la iglesia le insistían en que debía
 perdonar porque estaba enfermo, pero ahora se dio cuenta que eso no puede
 ser así, que “debe descubrir la verdad y en su caso –el padre- recibir la
 sanción que corresponda por todo el mal que provocó”.
Las secuelas
En el abordaje del alegato, el fiscal también subrayó las secuelas por
la misma joven confesadas a partir de lo padecido con su padre.
Se puntualizó al respecto que ella por mucho tiempo no podía hablar, se
angustiaba, le faltaba el aire, debió concurrir por años al psicólogo y recién hace
 poco tiempo comenzó a contar lo ocurrido.
Sigue tratándose con la psicóloga para superar lo vivido y no dejó de mencionar
 sobre las pesadillas que recurrentemente le vienen en los sueños, donde siempre
aparece la imagen de su padre, vestido de mujer, atacándola.
Dice que no soporta que le hablen al oído y tiene muchas dificultades en su
relación con otras personas. Tiene miedo a una relación sentimental y al
 contacto físico, coincidiendo con lo dicho en las pericias psicológicas que
 aluden a una pérdida de identidad sexual que ha tenido la víctima.
Cerrando, el fiscal anotó que en el testimonio de la joven se observó una
 situación de conmoción y angustia típicas de una persona abusada, siendo un
 relato “natural, sincero, sin otra intención más que la de expresar la verdad de lo
 sucedido”.
El testimonio de la víctima tuvo su corroboración, según Egusquiza, por
 otros testigos incorporados al expediente, como el de su propia madre,
la psicóloga y docentes y su hermana menor, que también ya había padecido
del abuso de su padre por lo que recibió la condena ya mencionada en un juicio
 anterior.
La versión del acusado
Cabe consignar que el padre acusado, al cierre del juicio tomó la palabra y llorando
 clamó su inocencia. Se definió como un hombre de trabajo, que se pasaba
 todo el día trabajando y que jamás hubiera hecho esto que lo acusan sus hijas, a las
que ama.
También refirió a su historia de vida, que era hijo adoptivo y que hace poco se
 enteró que su padre biológico resultó ser su tío, entre otras referencias a su
compleja vida familiar.
De lo que consta en el expediente, los peritos definieron los rasgos de la
personalidad del imputado, concluyendo en que presenta una estructura
perversa de personalidad, con características de “omnipotencia, tendencia
 al control en sus vínculos interpersonales, utilizando el ocultamiento y
 enmascaramiento. Egocéntrico, escasa actividad autocrítica, con uso
de mecanismos de negación y de tipo disociativos, y heteroagresividad encubiertas”.

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