Tandil. Enviada especial -
29/01/12
El camino comienza a ondularse, como si la pampa despertara de
pronto para sacarse de encima la chatura. En los campos, verdes, la soja
crece bajo el sol de enero. Tandil conserva el encanto de los pueblos.
La plaza principal, la Iglesia, el edificio de la Municipalidad. Cada
uno en su sitio. Pero antes de llegar al corazón de la ciudad, hay que
cruzar autopistas atestadas de camiones y sortear los predios inmensos
que ocupan las fábricas. Tandil creció tanto como para tener su parque
industrial y una de las universidades más importantes del interior
bonaerense. Pero aquí, la letanía de la siesta parece teñir el resto del
día.
Fue hace dos años, en esa misma Plaza Independencia, cuando
Patricia Ferrari se tragó la vergüenza y salió a gritar lo que se había
cansado de repetir en la justicia: que su ex marido y padre de sus hijos
era también el violador. Hoy, su historia se convirtió en el caso
testigo que intentará llevar a juicio político al fiscal Luis Piotti,
acusado de demorar los 38 casos de abuso sexual infantil que se cuentan
en esta ciudad desde 2006.
Patricia no está sola. Para cuando
organizó la primera marcha, ya llevaba tres años pidiendo pericias,
aprendiendo de procedimientos y rogando ayuda. De tanto caminar por
tribunales, descubrió que había otras familias a las que les estaba
pasando lo mismo. Son veinte en total pero sus hijos suman 38. Empezaron
a reunirse y organizaron marchas.
Pero quebrar el clima de
siesta resulta difícil. No se habla mucho de los abusos ni tampoco del
primer juicio contra represores que en diez días tendrá esta ciudad, la
misma que en 1991, eligió por tres períodos a Julio Zanattelli, ex
intendente de la Dictadura en la que desaparecieron 26 personas. En las
charlas de café, en cambio, se habla de las últimas novedades sobre los
festejos para recordar los 100 años de la caída de la Piedra Movediza.
Patricia
y las otras familias habían logrado vencer el temor – y el espanto – de
la primera denuncia. Sin mucho más que hacer en Tandil, viajaron a
Buenos Aires, se reunieron con las Madres de Plaza de Mayo y llevaron
decenas de cartas a Casa de Gobierno. Una de ellas llegó hasta la
Presidenta. Por orden de Cristina Kirchner, el diputado provincial del
FPV, Fernando “Chino” Navarro, junto a otros dos legisladores, fueron a
Tandil para saber qué pasaba.
“El fiscal nos hace pasar como locas”
Denunciante. Patricia Ferrari.
Fue tres meses después del nacimiento de los mellizos, cuando
Patricia Ferrari se cansó de los golpes de su ex marido y se fue a vivir
a la casa de su mamá. Pero cuando los chicos tenían tres años,
descubrió lo impensable. Los dos – una nena y un varón- tenían signos de
abuso sexual. Ella, profesora de arte, denunció a su ex marido, Domingo
Salas, quien trabajaba como personal civil de la Fuerza Aérea. La
historia de Patricia se convirtió en el caso testigo para llevar a
juicio político al fiscal de Tandil, Luis Piotti. Patricia, además, se
convirtió en la vocera del grupo: “En lugar de recibir de la justicia
ayuda, recibís lo peor”.
Hace seis años que Patricia hizo la
denuncia. Entonces, llevó a la justicia los informes del pediatra y la
psicóloga donde se constataba el abuso. Varias veces consiguió que se
reabriera la causa pero el fiscal Piotti todavía no llamó a indagatoria a
su ex marido.
Patricia dice que los casos no tienen nada en
común, salvo una cosa: “El patrón que nos une es que hay un fiscal que
no investiga, que maltrata a las mamás y que nos hace pasar por locas”.
Hay que hurgar muy dentro de sus ojos para encontrar la tristeza, porque
Patricia siempre está sonriente. Menos cuando recuerda que existe un
pedido para revincular a los chicos con el padre. Entonces, llora.
........................................................................................
“Algunos podrán tener dudas sobre
estas madres, pero yo me guío por lo que leí. Los expedientes hablan
por sí solos y sobran razones para llevar adelante un juicio político ”, le dijo Navarro a
Clarín .
Nora
Romero era ama de casa. Nunca había tenido que trabajar hasta que
descubrió que su marido abusaba de la más chica de sus cuatro hijos.
Aterrorizada, se animó a denunciarlo,
pero recién después de cinco
meses el fiscal firmó la exclusión del hogar. Hasta entonces, tuvo que
dormir en la misma cama que el abusador.
Nora hizo la denuncia
en agosto de 2008. Pasaron tres años hasta que el fiscal Piotti
encontró elementos suficientes para probar el abuso y ordenar la
detención del padre, quien para entonces ya estaba prófugo. En esos tres
años, se perdieron fojas, la causa fue archivada y también se llegó a
ordenar un régimen de visitas con el abusador. Por las irregularidades
en las investigaciones, Piotti recibió varias observaciones desde la
fiscalía general de Azul y tuvo que reabrir causas que había archivado.
Clarín
intentó hablar con él pero el fiscal prefirió el silencio. En su
defensa salió el perito oficial, el psicólogo Adolfo Loreal, de estrecha
relación con el intendente y a punto de asumir como director de Salud
Mental de la Comuna: “Me consta que algunos de esos denunciantes han
interferido con la labor de la justicia, Piotti es un obsesivo de su
trabajo”.
Un hombre bajo sospecha
Luis Humberto Piotti tiene 44 años. Nació en Tandil, está casado
y tiene dos hijos de 11 y 7 años. Estudió derecho en la Universidad de
Buenos Aires. Hace 20 años que trabaja en casos de abuso infantil.
Los
diputados bonaerenses que pidieron su juicio político lo acusan de
“graves violaciones” a los derechos de los hijos de Patricia Ferrari,
“maltrato institucional con grave riesgo” para los chicos, entorpecer el
avance de la investigación y abuso de autoridad.
..........................................................
En la intendencia, en cambio, buscan quedar al margen.
“Todas las denuncias fueron canalizadas a los órganos competentes”, le
dijo a
Clarín , Juan Pablo Frolik, a cargo de la Municipalidad. El intendente está de vacaciones en Cariló.
En
la justicia y el poder político imaginan una maniobra kirchnerista.
Miguel Lunghi, el intendente, es radical. Tandil es también la cuna de
Mauricio Macri y su familia tiene campos allí. Lejos de pruebas, peritos
y operaciones políticas, 38 chicos intentan comprender que fue lo que
les pasó.