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martes, 15 de mayo de 2012

Otra niña "supuestamente abusada sex" con Signos de ENFERMEDAD VENEREA.

Una madre denunció a su vecino lindero por el presunto abuso sexual de su hija de 9 años
13.05- El pasado 28 de marzo, Ana María Muñoz efectuó la denuncia ante sus firmes sospechas respecto de su vecino, apodado “el Abuelo”, un hombre de unos 72 años a quien acusa como el presunto abusador sexual de su hija de 9 años. Exige que el intendente Lunghi tome cartas en el asunto, porque dice no poder vivir más así, al lado de este hombre, conteniéndose las “ganas de matarlo”.
Desesperada, Ana María Muñoz, vecina del barrio La Movediza y madre de seis hijos, tocó las puertas de este Diario para compartir los detalles de una historia que suena tremenda y dolorosa. El pasado 28 de marzo efectuó una denuncia en la Unidad Funcional de Instrucción 16, contra su vecino, un hombre de unos 72 años, a quien en el barrio conocen como “el Abuelo”, por el presunto abuso sexual de su hija de 9 años.
Mientras el fiscal Marcos Eguzquiza interviene en la causa, la menor está con tratamiento psicológico y será sometida a una cámara Gesell en los próximos días, tras haber sido entrevistada por una psicóloga en Azul. 
Sin consuelo, su madre exige que el intendente Miguel Lunghi tome cartas en el asunto porque dice no poder convivir más con él viviendo al lado, conteniéndose las “ganas de matarlo”.
Sentada junto a una amiga y dos de sus seis hijos, Ana María Muñoz se dispuso a contar a este Diario una historia que la “trastornó”, luego de que la pequeña le manifestara –en marzo de este año- una molestia que sentía en sus genitales. Tras revisarla, consultó inmediatamente a dos médicos especialistas. Ambos constataron el abuso al observar que a la pequeña le habían salido condilomas que en gran porcentaje se producen por contagio sexual.
A partir de allí, la madre avaló la denuncia efectuada por uno de los médicos y comenzó a “hilar cabos”. Tras varios días de angustia y desesperación -en los que dice haber dudado hasta de su hijo mayor-, logró que la pequeña le confesara que había sido “el Abuelo” quien había abusado de ella, quien no sería la única víctima, ya que también habría hecho lo mismo con otra nena de 12 años que vive a algunas cuadras del lugar.
Tras conocer el testimonio de su hija, Muñoz contó que enfrentó a su vecino junto a su hijo mayor y hasta hubo pintadas con insultos en las paredes de la casa y pedradas a sus persianas. Pero el hombre, lo único que le habría dicho fue que la nena se habría contagiado al “secarse al sol en su casa y apoyarse en el suelo”.
Dispuesta a que se conozca el caso públicamente y que “se haga justicia”, Muñoz le exige ahora al Intendente que “se lleve” a su vecino del barrio del Plan Federal. Y advierte que está dispuesta a irse del barrio, si es necesario, porque no quiere que su hija corra peligro.
Historia de una
madre desesperada
Muñoz contó que vive hace más de diez años en La Movediza y que su vecino habría llegado cuando “Lunghi entregó las casas”, hace un año y medio, presentándose junto a su hijo, de unos 32 años. 
La mujer recordó que al poco tiempo que “se instalaron acá, y empezamos a tener un poco más de diálogo porque nos veíamos. Igual yo trabajo mucho durante el día, a la tardecita cuando sabía volver, lo saludaba”. Con el tiempo, puntualmente a partir de una descompensación que sufrió él, ella se ofreció a ayudarlo porque lo vio “un pobre viejo indefenso”. 
Con el pasar de los meses, el trato entre él y la familia Muñoz se hizo cada vez más cercano. El hombre pasó las fiestas en su casa, junto a ella y sus hijos, porque decía estar solo. 
Pero “cuando lo descubrí –el 23 de marzo- una empieza a volver para atrás y ve actitudes y cosas. Fui queriendo recordar en qué momento fue que pasó y me di cuenta que ha empezado en octubre, en el cumpleaños de los trillizos”. 
Dijo que en esa fecha su hija “se sabe poner celosa porque es una fiesta boom, tres piñatas, tres tortas, siempre fue así. Y esta vez pensé que era eso y no, había sido otra cosa”. 
Esa noche, contó que “la nena no comió, se acostó y tuvo fiebre. Preguntó por su hermano mayor, que estaba en el campo, y se durmió. De ahí creo que empezó todo. Después, cuando me di cuenta y consulté al médico en marzo, él mismo me dijo que estaban abusando de la nena, porque los condilomas se contagian solamente por contacto sexual, ella no fue penetrada pero la estuvo rozando”, describió. 
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El doloroso relato de la pequeña
-¿Cómo fue que su hija le confirmó esto?
-Yo empecé a tener la sospecha. Dije abusaron de mi hija, pero ¿quién? Es horrible pensar que había sido el hermano, pero hay que ser realista y me partía el corazón el sólo hecho –como mamá de él también- de pensar que podría haber sido él. Fue horrible. Una persona no solamente lastimó a mi hija sino que nos perjudicó a todos porque el trastorno de saber de que pude haber pensado mal de mi propio hijo -porque no había otra persona más que él y mi hijo- fue terrible. 
-¿Cómo fue que ella le contó que habría sido su vecino?
-Un día, cuando llegué de trabajar los vi que estaban afuera. Ya trastornada como quedé, empecé a decir que no quería que salieran de acá. Los agarré y les dije que lamentablemente tenían que cuidarse, porque yo estaba descubriendo que la persona que vive acá al lado no era buena. Que no lo sabía bien, pero cuando les hablaba, la miraba a mi hija... y les dije que me parecía que estaba por descubrir que esa persona no es quien dice ser, que no es un abuelo bueno, así que les dije que se quedaran acá hasta que mamá descubriera. Y ella asentaba con la cabeza.
Esa noche le dije que me acompañara, que quería hacer mandados y quería ir con ella. Salimos a caminar, le pedí también un poco de ayuda a la psicóloga, porque no sabía bien cómo hablar con ella, porque es horrible tener que decirle lo que le estaba pasando, que ella ya lo sabía y a la legua se notaba que tenía mucho miedo con lo que le estaba pasando. Cuando le dije eso, ella me abrazó, lloró y le dije que yo en mi corazón sentía quién era, pero como no tenía la afirmación de ella estaba ese dolor de duda. Y me lo dijo; me dijo: “Sí mamá, fue el abuelo”. Y recién ahora se está largando a hablar más cosas que le hizo.
-¿Está en tratamiento psicológico su hija?
-Sí, a la psicóloga la puse yo, porque la conozco de mucho tiempo. En el tiempo que yo estuve muy mal que me separé, hará 5 años atrás, estuve en tratamiento con ella, y también fueron mis hijos, entonces nos conoce. Después, ella se fue y yo seguí viéndola aparte. Ella es la que la está viendo a mi nena y es la que pudo –hasta ahora- tener un avance bastante de mi hija, porque ella no quería hablar. Ella hacía como que no le había pasado, como que quería contarlo como que le pasó a otro y no a ella, se le hacía muy confuso. La vergüenza de ella, es una nena. 
La está preparando para la cámara Gesell que por lo que me dijeron supuestamente va a ser dentro de este mes, que me parece que es muchísimo tiempo.
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“Lo que deseo es matarlo del 
asco, la bronca, la impotencia”
Cuando los vecinos tuvieron la firme sospecha de lo que habría pasado, la barriada reaccionó y realizó pintadas en la casa de La Movediza. Hoy, ya fueron cubiertas con la capa de pintura, aunque se dejan ver los trazos del enojo de aquellos que confiaban en “el Abuelo”.
-¿Y las pintadas? 
-Yo lo quería matar, lo agarré. Me pusieron seguridad para que él no se acerque a los chicos. Obvio, uno se agarra con la persona y pierde uno, y yo no quiero ni que él haga nada (por su hijo mayor) y yo primero tengo que tratar de contenerme. Los dos hemos pasado noches llorando y todavía lo hacemos, porque a veces nos enfocamos en ese tema porque no lo podés dejar a un lado. Nos desesperamos y nos tenemos que contener el uno al otro.
-¿Qué paso ese 1 de mayo?
-La gente vio que tenía la casa pintada, no sé si no cree o serán muy astutos de convencerlos; porque a mí me convencieron los dos –tanto el padre como el hijo- de que eran buenas personas. Ahora el hijo salió amenazándome. Ha venido a mi casa, me ha traído papeles por si los chicos quieren seguir estudiando; un montón de cosas, porque está trabajando en la Municipalidad, no sé qué está haciendo. Vino a decirme que no se sepa y prácticamente a querer cohibirme o que yo sintiera miedo, no sé cómo le dije. 
-¿Tuvo contacto con su vecino después de haber hecho la denuncia?
-Sí, le dije lo que le había hecho a mi hija, le pegué un empujón y no me decía nada. Me amenazó cuando le hice la denuncia. Es una situación horrible porque cuando yo confirmé que había sido él, me llegó a dar miedo porque cuando él salió afuera, yo me metí para adentro. Desesperada, después dije: ‘¿Por qué tengo que tener miedo? Si yo no hice nada’, entonces salí, lo enfrenté y no aguanté. Y me dijo: ‘Allá nos vamos a ver’, y ahí me volví y le dije: ‘Sí’, que era un desgraciado que enfermó a mi hija. 
El dice que la nena se enfermó ahí, pero en el piso porque iba a tomar sol y ellos salían de la pileta y se secaban en la paresita de él. 
El sigue viviendo al lado. Quizás se esconde porque si sale, lo voy a vivir insultando y si lo veo, no me voy a contener. 
Un pedido
al Intendente
-¿Cómo se siente ahora?
-Es un odio que te agarra, una impotencia, una bronca, y te querés comer todo acá adentro con tal de no salir afuera. Lo que deseo es matarlo del asco, de la bronca, de la impotencia porque le vino a tocar una casa justo al lado de la mía, de estas que dio Lunghi y no se la puede quitar. ¿No lo puede sacar? 
Como una persona responsable, no tengo nada en contra del Intendente y tengo que agradecerle un montón lo que hizo Lunghi por mí y los trillizos. El me conoce bien, soy la que tuve los trillizos en La Movediza, y me mandó a Azul para que me los atendieran bien y después me trasladaron acá. Les ofreció muchas cosas a mis hijos, se criaron re bien, y hace 2 años me pone a un abusador al lado de mi casa –que obvio él no lo va a saber, pero ahora lo sabe. 
Que le saque esa casa porque él es un peligro y lamentablemente a nosotros acá se nos hace ahogado vivir porque si va preso va a ser domiciliario y después si vienen familiares de esta persona, ¿qué sabés que nos pueden hacer? Hacernos la vida imposible. 
-¿Cómo está su hija?
-Bien, nosotros tratamos de apoyarla. En casa tratamos de que ese tema no se hable, ella lo habla todo en la psicóloga. Tratamos de que siga teniendo una vida normal. Hay que esperar la cámara Gesell. Nosotros hace 11 años que estamos viviendo acá, siempre estuvimos tranquilos pero jamás pensé que podía llegar a pasar una situación como ésta. Hablando con ella le pregunté y me dijo que esa noche le había pasado y después siguió sucediendo, a mí no me quiere contar porque se siente mal pero le cuenta a la psicóloga, y yo me entero por ella. Esa enfermedad tarda seis meses para declarársele a la mujer, quizás si no me la hubiera contagiado no me hubiera enterado nunca. 
-¿Qué respuesta encontró en la Justicia? ¿Se sintió contenida?
-No le puedo decir, porque nunca tuve una experiencia como ésta. Yo qué sé cómo te contienen. No nos podemos contener nosotros acá, ¿le parece que la Justicia o alguien nos pueden contener? Le estoy diciendo que se hace insoportable verlo, nos encerramos uno al otro y nos contenemos uno al otro –entre mi hijo y yo- para no salir a desarmarlo a pedazos en la calle. ¿Y nos pueden contener en Fiscalía? Les digo si no lo pueden detener y me dicen que no hay pruebas. ¿Qué hacen con este viejo que enfermó a mi hija? ¿Por qué no lo detienen? ¿Porque somos pobres? No logramos entenderlo. En Fiscalía, yo le dije a Cecilia Rímoli que a mí no me interesa el grado de gravedad sino que un viejo estuvo manoseando a mi hija y vive acá, pegado, y yo creía que era un pobre abuelito, porque ellos le decían ‘abuelo’, y acá no tengo a nadie. No tengo hermanos, no tengo padre, tíos, a nadie. Soy yo sola con mis 6 hijos, no tengo ningún familiar como para decir de pronto los chicos tienen un tío o un abuelo, no, ellos era la primera vez que iban a compartir algo con un abuelito porque no tienen a nadie.
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“Que se lo lleven”
Mientras tanto, el hermano mayor de la niña exigió que lo “lleven lejos de mi hermana”. Dijo que es “fácil, que lo saquen de acá”, y expresó que “sería el colmo si ya la misma Municipalidad está tapando a personas como éstas, lo que nosotros pedimos es que lo saquen de acá porque lo demás –si la Justicia no hace nada- corre por mi cuenta. Nosotros venimos reclamando esto hace rato, es una nena de 9 años que fue infectada, y se mantiene todo ahí”.
En tanto, otra de las hermanas acotó que “queremos juntar firmas, pero tenemos miedo que nadie nos apoye”. 
Ana María Muñoz confesó que “hemos tomado la decisión de irnos nosotros, estoy buscando una casa para alquilar y vender ésta. Nos obligan a hacerlo. ¿Qué hacés viviendo acá teniendo a una persona que lastimó a un hijo?”.
-¿Qué pretende?
-Quiero que se haga justicia, que metan preso a ese tipo. No sólo por mi hija sino por otras nenas. Si no va preso porque es viejo y tiene que hacer arresto domiciliario, que lo saquen de acá, y sino que nos acomoden a nosotros en otro lado. Les entrego mi casa y que me den otra. La otra nena confirmó que la tocaba, que hacía juegos. Si esto llega a oídos del Intendente, ojalá haga algo. Por lo menos él, porque este es el barrio La Movediza, ¿y el lugar soñado? ¿Soñado? No esta pesadilla, no podés vivir así, no quiero que se tape. Lo único que quiero es que se acelere todo, en Fiscalía me dijeron que va todo rapidísimo. No se pueden tapar estas cosas. Este desgraciado nos trastornó a todos; a mí con tener pensamientos que jamás imaginé que iba a tener.*
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El otro caso
-¿Hizo la denuncia la madre de la otra pequeña?
-Sí pero no le dieron copia a ella como me dieron a mí. Ya hizo la denuncia, la nena ya fue también. Yo tenía que ir un martes pero la nena estaba toda lastimada y lloraba, y no pude ir. Me quedé con ella. En realidad la denuncia está hecha por el doctor, él me había dicho que tenía que hacerla y le dije que yo no tenía ningún problema. ¿Cómo voy a ocultar una cosa así? Estaba totalmente de acuerdo, además estaba desesperada, no lo podía creer, hasta el día de hoy que no puedo creer lo que le pasó a mi hija.
-¿Dónde vive la otra nena?
-En la otra cuadra, pero se conocieron en la combi y se venían todos acá, le presentamos a ‘el abuelo’ porque inclusive la mamá creía que era abuelo de mi nena. Ellos dijeron ‘el abuelo, el abuelo de al lado’, y cuando lo vi en silla de ruedas hecho pedazos, le dije ‘el abuelo’ y ahí quedó. Y el acercamiento cuando tuvo esa descompensación –creo que era problema de los bronquios- sabiendo que está solo en la casa, porque tiene un hijo de unos treinta y pico de años que trabaja, te acercás nada más porque sabés que podés ayudar, es simple.*

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