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miércoles, 4 de diciembre de 2013

El descrédito Finalmente, la Policía detuvo a Hugo Ramírez



           
           Como siempre.. me identifico en cada palabra con tus crónicas. Gracias Juan Perone


Miercoles, 04 de Diciembre de 2013 |  22:49 hrs. 
OPINION - JUAN PERONE

El descrédito

Finalmente, la Policía detuvo a Hugo Ramírez, la persona sobre quien pesa la acusación de haber 
abusado de los pequeños que concurrían a un merendero que funcionaba en su domicilio con el 
aporte municipal. Ocurrió en la ciudad de Rauch, en el tren que venía hacia Tandil y que lo tenía como 
pasajero junto a su esposa.
 por Juan Perone  | 04/12/2013Descargar nota en PDF
Los padres de los pequeños celebraron la captura como si fuese la condena que esperan.  También lo celebraron las organizaciones y medios de comunicación comunitarios que seguían de cerca el tema y se habían movilizado pidiendo el accionar eficaz de la Policía y las instancias del Estado comprometidas.
El hecho pone de manifiesto el frágil terreno sobre el que se mueven las fuerzas de seguridad, la Justicia y los gobiernos local y provincial: la escasa o nula confianza que tiene la comunidad en su desempeño.
El grupo de padres, allegados, comunicadores y dirigentes que festejaron esta captura evaluaban la posibilidad de la impunidad, de las redes de complicidad o de ineficiencia de las instancias que debían actuar para reparar la injusticia y para evitar que se repita.
Desde FM El Muro se peleó ininterrumpidamente para que el tema “no se durmiera”, ni judicial ni políticamente.  La radio comunitaria que tiene una grilla singular e indispensable para la ciudad y sus infinitos grupos vulnerables fue uno de los puntales de esa lucha.  En el “aire” o en la calle se mantuvo vigente el reclamo de los padres, la necesidad de que el caso no fue un impune más.
Ayer, tras los primeros rumores de la captura de Ramírez, celebraron.  Se insiste: como si se tratara ya de una condena.  Tanta es la desconfianza en el sistema, tanto el desencanto.  Remarcaron una y otra vez, en el aire y en las redes que “hay motivo para la esperanza”.  Y eso que apenas se capturó a quien deberá demostrar en el banquillo que las acusaciones que le hará la Justicia son falsas.
En este punto, en donde Ramírez está donde siempre debería haber estado, respondiendo por las acusaciones que pesan en su contra, convendría recordar a las instancias policiales, judiciales y gubernamentales el alto costo que paga su corrupción, indolencia o escasa empatía con los dolientes de la injusticia y las brechas sociales que mayormente originan esas injusticias.
Violencia de género, abuso de menores, violencia institucional, parecen ser algunos de los nuevos males que hoy se agregan a la lista de prácticas despreciables y combatidas.  Han estado entre nosotros desde siempre, entre robos y asaltos, pero ahora indignan más que antes, porque hay quien trabajó, militó o sufrió largamente para que eso fuese posible: la indignación colectiva que precede la condena y la apura.
Es la sociedad poniéndose por delante del Estado, marcándole el rumbo, vigilando los mecanismos que actúan y los que no actúan.
La indignación por Ramírez que no caía preso, la alegría por la captura como si se tratara de la misma condena, los reclamos exaltados por una sentencia ejemplar, las críticas que sobrevendrán si esa sentencia no tiene la escala esperada por los familiares de los menores, es todo resultado de ese descrédito que cada institución se ha sabido ganar por acción u omisión.
El grito en la calle del indignado, la oxidación moral de quien no sale a la calle por prurito o por indiferencia pero comparte el descreimiento, los petitorios recibidos y no ejecutados, los petitorios no recibidos, los reclamos de mayor presencia en los barrios más afectados por la pobreza, la violencia que expresa esa ausencia de años, las brechas y las insatisfacciones que se hacen resentimiento y venganza, todo eso también es resultado de ese descrédito que en algún momento se deberá reparar.
Mientras tanto, las capturas se celebraran como condenas.
Juan Perone

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